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La huella de carbono de una empresa se determina por la cantidad de gases de efecto invernadero que emite directa o indirectamente a la atmósfera a través de la actividad que desarrolla.

Conocer y controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y la huella de carbono es uno de los puntos clave para que la Unión Europea pueda convertirse se aquí a 2050 en una economía competitiva y neutra en huella de carbono.

Según el acuerdo con el Protocolo de Kioto, los gases GEI (gases de efecto invernadero) son: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido de nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perflourocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6). Las emisiones de gases de efecto invernadero se clasifican como directas e indirectas, y se diferencian como emisiones de alcances 1, 2 y 3:

  • Alcance 1: son emisiones directas corresponden a aquellas que están controladas por la empresa. Por ejemplo: combustión de combustibles, vehículos de empresa o emisiones fugitivas.
  • Alcance 2: son emisiones indirectas procedentes de la generación de electricidad adquirida y consumida por la compañía. Por ejemplo: la electricidad comprada, la calefacción y el vapor.
  • Alcance 3: son el resto de emisiones indirectas que son consecuencia de las actividades de la compañía pero que ocurren en fuentes que no son de su propiedad y que no son controladas por ella. Por ejemplo: productos y servicios comprados, viajes de negocios, desplazamiento de empleados, eliminación de residuos…

¿Cómo puede calcular una empresa su huella de carbono? Identificando las fuentes directas e indirectas de emisiones de la empresa. Una vez identificadas, se analiza el nivel de actividad de dichas fuentes y se relaciona con los factores de emisión propios de cada fuente. El resultado final se tendrá que transformar a toneladas de CO2 equivalentes.

Una vez calculada la huella de carbono de una compañía, lo importante es trazar un plan para reducir el impacto generado por la empresa.