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La luz del sol se almacena en baterías para emerger como destellos que responden al paso de las personas.
Paneles fotovoltaicos y sensores convierten la energía en un lenguaje de colores y formas.

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Imagina llegar a una plaza al caer la tarde y ver un juego de luces que parece brotar del suelo. Al acercarte, los rayos cambian de color, se deslizan en oleadas suaves o estallan en destellos breves, como si la misma ciudad te saludara. Tras ese espectáculo hay algo más que una simple instalación: es energía solar convertida en un puente entre el visitante y el arte, una invitación a recorrer con la mirada cada panel, cada sensor, cada destello que reacciona a tu presencia.

Para que ese encuentro funcione, los paneles fotovoltaicos capturan la luz del día y la almacenan en baterías que aguardan hasta el momento justo. Al caer el sol, un microcontrolador alimentado por esa energía acumulada lee señales de sensores de proximidad o de luz ambiente: si alguien pasa, activa tiras de LEDs direccionables; si el entorno aún conserva claridad, modera el brillo para prolongar la autonomía. De este modo la obra parece tener un pulso propio, un latido que varía según el flujo de personas y la intensidad natural.

La elección de los elementos marca la diferencia entre una pieza frágil y una que resista lluvias y cambios de estación. Habitualmente se combinan paneles flexibles de 10 a 20 vatios, baterías de larga vida y tiras de LEDs RGB de bajo consumo. Un controlador de carga gestiona el voltaje, evita descargas inversas y prolonga el ciclo útil de la batería. Para modular la interacción, un Arduino se conecta a sensores PIR y a fotocélulas, cerrando el bucle entre la luz del sol, el movimiento de los peatones y el espectáculo lumínico.

El resultado no es solo un objeto de contemplación. Es un punto de encuentro que cambia según la gente que lo habite, una manera de sentir la energía renovable sin gráficos, sin cifras, solo con el asombro de un parpadeo ideado por el sol y el ingenio humano. Además, estas instalaciones promueven el diálogo entre artistas, ingenieros y vecinos, quienes aportan ideas de forma espontánea: desde el tipo de animación lumínica hasta el material de la base.

La definición precisa de los requisitos técnicos y estéticos es fundamental para garantizar el rendimiento y la integridad de la instalación. La selección de la capacidad y dimensiones de los paneles solares, el tipo de batería y la temperatura de color de los LEDs debe ajustarse a las especificaciones del proyecto y a las características del emplazamiento. Con una planificación detallada y un montaje riguroso, cualquier espacio urbano puede alojar un sistema interactivo de energía solar que funcione de forma fiable y fomente la participación comunitaria en soluciones renovables.

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