Tradicionalmente, las inspecciones solares se programaban con calendarios fijos o se actuaba tras la avería. Esa forma de operar puede conllevar costes elevados, no solo en repuestos y mano de obra, sino en producción perdida durante días o semanas. Con el enfoque predictivo, los datos toman el protagonismo. Gracias a drones equipados con cámaras termográficas y a sensores IoT distribuidos estratégicamente entre los módulos, es posible detectar un panel que empieza a sobrecalentarse, un atenuador de rendimiento por suciedad o incluso pequeñas grietas internas antes de que provoquen un apagón de sección o de toda la planta.
En este sistema existe una red de sensores que mide temperatura, vibración y radiación de forma continua. Estos dispositivos, compactos y resistentes al exterior, envían sus lecturas a una plataforma en la nube donde algoritmos de inteligencia artificial las comparan con niveles normales de operación. Paralelamente, un dron realiza inspecciones periódicas —programadas o a demanda— para capturar imágenes multiespectrales y termográficas. Conforme el dron vuela, analiza cada célula solar, localiza puntos calientes y genera un mapa térmico detallado. Cuando los sensores indican valores anómalos o las imágenes registran un “hot spot”, el sistema envía una alerta con la ubicación exacta del módulo afectado y la posible causa: sombras temporales, suciedad acumulada, soldaduras deterioradas o fallos en la conexión interna.
La adopción de mantenimiento predictivo suele traducirse en una reducción media de los costes operativos en torno al treinta por ciento. Al evitar revisitas innecesarias y concentrar el esfuerzo en los módulos que realmente lo necesitan, optimizas los recursos de tu equipo técnico y prolongas la vida útil de los paneles. Además, la frecuencia de paradas no planificadas desciende notablemente, lo que impacta directamente en la producción anual. Pero más allá de las cifras, el gran valor está en la tranquilidad: saber que todo está vigilado, que cada posible anomalía recibe atención inmediata, y que las decisiones de mantenimiento se basan en datos reales, no en una rutina de inspecciones ciegas.
Convertir una instalación tradicional en un entorno predictivo requiere inversión en hardware, software y capacitación. La homologación y permisos de vuelo para drones pueden variar según la región, por lo que es fundamental conocer la normativa local antes de desplegar el servicio. Mantener la seguridad y confidencialidad de los datos también es un reto: las plataformas en la nube deben cumplir estándares de cifrado tanto en tránsito como en reposo, y los protocolos de acceso han de ser estrictos. Por último, la eficacia del sistema depende de la calidad de los algoritmos. Un socio tecnológico con experiencia en energías renovables puede asegurar la calibración adecuada de sensores y la formación de modelos predictivos que minimicen los falsos positivos.
El mantenimiento predictivo con drones e IoT no es una moda pasajera, sino la evolución natural del sector fotovoltaico hacia la digitalización total. Al combinar la visión aérea de los drones con la vigilancia constante de los sensores, creas un sistema inteligente capaz de mantener tu planta operativa al máximo rendimiento.
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