En 2025, los efectos del cambio climático y la contaminación han intensificado los síntomas alérgicos, mientras que las energías renovables se presentan como una posible solución a largo plazo.
El calentamiento global ha generado un aumento en la producción de polen, prolongando la temporada de alergias y haciendo que estas sean más agresivas. Las temperaturas más cálidas permiten que las plantas florezcan antes, extendiendo la presencia de polen en el aire. Además, la mayor concentración de dióxido de carbono estimula el crecimiento vegetal y eleva la producción de polen, lo que agrava la respuesta del sistema inmunológico en las personas alérgicas. También se ha observado un cambio en las especies vegetales dominantes, algunas de las cuales producen un polen más irritante.
A este panorama se ha sumado un patrón de lluvias extremas en los meses de marzo, abril y mayo, lo que ha generado un crecimiento descontrolado de plantas productoras de polen. La abundante humedad ha favorecido la proliferación de gramíneas y árboles como los olivos, que están liberando cantidades récord de polen en el aire. Aunque las lluvias pueden reducir temporalmente la concentración de polen, también preparan el terreno para una liberación masiva cuando el clima se vuelve más seco y cálido. Como resultado, muchas provincias han registrado niveles históricos de polen y han declarado alertas rojas para la población alérgica.
La contaminación del aire es otro factor que contribuye a las alergias. Los óxidos de nitrógeno y el ozono modifican la estructura del polen, haciéndolo más agresivo para el organismo. Las partículas en suspensión, como PM2.5 y PM10, irritan las vías respiratorias y facilitan la penetración de alérgenos. Las altas temperaturas también aumentan la concentración de contaminantes en el aire, lo que agrava los efectos de la rinitis alérgica y otros problemas respiratorios. La exposición continua a estos contaminantes puede hacer que las alergias se vuelvan crónicas, afectando significativamente la calidad de vida.
Las energías renovables pueden ayudar a mitigar estos problemas al reducir las emisiones de gases contaminantes. La expansión de la energía solar y eólica permite disminuir la dependencia de combustibles fósiles, lo que repercute en una mejor calidad del aire. El desarrollo del transporte sostenible, incluyendo vehículos eléctricos y sistemas de movilidad menos contaminantes, también ayuda a reducir la exposición a alérgenos ambientales. Además, el uso de la inteligencia artificial para monitorear la calidad del aire y los niveles de polen en tiempo real podría permitir la implementación de medidas preventivas y mejorar la salud pública.
Si bien las alergias de este año han alcanzado niveles preocupantes, la inversión en tecnologías limpias y la promoción de políticas ambientales pueden contribuir a reducir su impacto en el futuro. La transición hacia un entorno menos contaminante es fundamental para mitigar los efectos del cambio climático y mejorar la salud de la población.
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