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Cada 5 de junio, el mundo se detiene un momento para reflexionar sobre su relación con el entorno. Desde 1973, el Día Mundial del Medio Ambiente, promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se ha convertido en una de las plataformas globales más importantes para fomentar la conciencia ambiental y la acción colectiva.

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Este año, con la República de Corea como país anfitrión, la campaña se centra en un problema que nos afecta a todos: la contaminación por plásticos.

Las cifras hablan por sí solas. Más de 430 millones de toneladas de plástico se producen cada año, y aproximadamente la mitad está destinada a un solo uso. Lo más alarmante es que menos del 10% de estos residuos se recicla, mientras que cerca de 11 millones de toneladas acaban contaminando ríos, lagos y océanos. Vivimos rodeados de plástico: lo usamos para vestirnos, para comer, para transportar, para almacenar, y muchas veces lo desechamos sin pensar en su destino final. Frente a esta realidad, el PNUMA hace un llamado urgente a gobiernos, empresas y ciudadanos para adoptar un enfoque circular que contemple todo el ciclo de vida del plástico, desde su producción hasta su disposición final.

En este contexto, resulta difícil no hablar de la industria de la moda, uno de los sectores donde el uso de plásticos ha crecido de forma exponencial. Las fibras sintéticas, presentes en una gran parte de las prendas que usamos a diario, son baratas, resistentes y fáciles de producir. Sin embargo, su impacto ambiental es profundo, especialmente cuando se combinan con el modelo de consumo conocido como fast fashion.

La moda rápida se basa en la producción masiva y acelerada de ropa a bajo coste, pensada para ser usada durante un corto periodo de tiempo y luego descartada. Este modelo responde a una demanda constante de novedades, pero su huella ecológica es enorme: desde el elevado consumo de agua y energía, hasta la emisión de gases de efecto invernadero y la generación de residuos textiles que tardan décadas en degradarse. Además, el transporte intensivo de estas prendas, muchas veces fabricadas en países lejanos, contribuye aún más a las emisiones globales.

A pesar de esta situación, no todo está perdido. Cada uno de nosotros puede contribuir al cambio a través de tomar buenas decisiones. Reutilizar la ropa que ya tenemos, repararla en lugar de desecharla, alquilar prendas para ocasiones especiales o comprar de segunda mano son gestos sencillos que, sumados, pueden marcar una gran diferencia. También podemos optar por el slow fashion, una alternativa que apuesta por la producción local, el uso de materiales sostenibles y la durabilidad de las prendas.

En Univergy Solar creemos que la sostenabilidad no es solo una meta, sino una forma de vivir. Por eso, en este Día Mundial del Medio Ambiente, queremos invitarte a reflexionar sobre tus hábitos de consumo y a sumarte a un movimiento que busca proteger el planeta desde lo cotidiano. Porque cada elección cuenta, y el futuro se construye con las decisiones que tomamos hoy.

 

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